
Por estas horas, Adriana Casas y Marcelo Rivadero no salen de su asombro por la inmediata y rápida respuesta que obtuvieron de quienes se acercaron para llevarles desde muebles y heladeras hasta ropa y calzado.
En tanto, un grupo de obreros, comandados por Miguel -el albañil que hace nueve años les había construido la casa en Antú 309-, puso manos a la obra para reconstruir la vivienda que fue arrasada por las llamas.
“Mientras volvíamos de Pehuenia tenía una mezcla de amargura por haber perdido todo y de esperanza porque conozco a los vecinos de este barrio (Loteo 1° de Febrero) y estaba convencida de que todos nos iban a dar una mano”, comentó Adriana, de 43 años, docente de la Escuela Primaria 240 de Plottier.
Mientras levantan de nuevo la casa, el matrimonio junto con sus hijos, Agustín (12 años), Milagros (9) y Catalina (5), están viviendo en una casa que los padres de Marcelo (42 años) tenían alquilada, luego de que los inquilinos decidieran buscar otro lugar para dejarla a disposición de la familia.
Algunos vecinos ya adelantaron que conseguirán un camión para la mudanza, en tanto, otros se comprometieron a donarles muebles, vajillas y hasta juguetes para los chicos.
El lunes, en medio de los restos de lo que era su casa, Adriana y su marido -empleado en el Municipio de Plottier- se fundieron en un eterno abrazo que representó la fuerza con la que iban a emerger para recomponer todo lo que perdieron.
“La casa prefabricada se quemó toda, pero la parte que habíamos hecho de cemento quedó en pie. Tenemos varios vecinos que se pusieron de obreros y ya están hormigoneando. Lo que más necesitamos ahora es cemento, arena, ladrillos, todos los materiales para hacerla de nuevo”, comentó la mujer.
Ante la gran cantidad de donaciones recibidas, Adriana y Marcelo decidieron entregárselas a dos familias que recientemente sufrieron el incendio de sus viviendas.
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