
Ésta es la experiencia de Silvia, una madre de Neuquén que nunca bajó los brazos, pese a que los intentos por ayudar a su hijo durante años terminaron en fracasos.
"Soy Silvia, la mamá de Pablo.
Mi hijo tiene hoy 39 años. La mitad de su vida ha tenido problemas con el alcohol principalmente y con drogas.
La primera vez que encontré en su habitación marihuana él tenía 19 años.
Pablo terminó su educación secundaria en tiempo y forma, muy buen alumno. No tuvimos problemas graves en su adolescencia. Sí los que como padres creemos q son comunes en esa edad; de vez en cuando después de una salida con amigos de su edad llegaba con olor a alcohol y si bien tenía una reprimenda, lo tomábamos como NATURAL, "estaba experimentando".
Empezó la Universidad, pero antes del año la dejó, no era eso lo que quería estudiar, nos pidió un año para pensar que era lo que deseaba. Concedimos..."estaba creciendo", fue en ese tiempo que encontré la marihuana.
Al confrontarlo nos dijo que era una tontería, que alguna que otra vez había fumado, pero que no tenía importancia, nos prometió que no volvería a hacerlo.
Empecé a hostigarlo, revisaba su ropa, daba vuelta su habitación. Él trabajaba, por lo tanto manejaba su propio dinero. Solía quedarse a dormir en casa de amigos o se iba a acampar los fines de semana. Del olor a alcohol pasó a las borracheras, por esto en reuniones familiares no dejaba q tome alcohol. Para explicar mi posición a familiares o invitados les decía: "Porque Pablo tiene problemas con la bebida, toma una copita y se emborracha...".
Nos mentíamos de todas las maneras posibles para no ver el real problema. PABLO NECESITABA AYUDA...
Volvió a la facultad; trabajaba en el taller con el padre, manejaba horarios, si tenía mucho para estudiar no venía al taller y se quedaba en casa de compañeros todo el fin de semana y también entre semana. Le "exigiamos " que llame para avisar si no volvía. Esa llamada nos sacaba las culpas...
A los 21años ya era demasiado evidente, llegaba alcoholizado cada vez con más frecuencia. Esto afectaba a la familia, con el papá nos hacíamos mutuos reproches:
-“Vos que todavía lo tenés como un nene, déjalo crecer” (me decía el papá).
-“Y vos que no lo acompañas, tenés que estar más cerca de él” (le enrostraba yo).
Empezamos el primer tratamiento, Pablo lo hacía sólo para conformarnos, seguía diciendo que él lo manejaba. Fuimos a cada reunión durante 5 meses, hasta q para la Navidad Pablo se emborrachó, excusa perfecta para abandonar todo.
Pasaron los años y Pablo formó una familia, tiene 2 hijos hermosos, a los q por culpa de esta enfermedad casi pierde a pesar de haber intentado siempre cumplir con ese rol.
Transitó distintos tratamientos, pero nunca los terminaba; después de un tiempo de tratarse nos decía: “yo sólo puedo”
y abandonaba.
Hasta q llegamos al TAP. En el TAP además de contenernos, de apoyarnos, nos prestaron (no sólo a Pablo, a nosotros también) esa voluntad tan necesaria, tan esquiva, tan escurridiza. Nos hicieron parte del proceso de rehabilitación, poco a poco nos fueron comprometiendo.
Nos dieron herramientas para poder luchar con la enfermedad, para contener a Pablo desde el amor, para darle un abrazo, pero también para poner el límite cuando es necesario. Ese límite que nos faltó poner en su adolescencia.
A las personas con problemas de adicción les diría que busquen ayuda, sólo no se puede, por momentos parece que sí, pero sin herramientas es imposible salir.
A los familiares de personas con problemas de adicción les diría que no minimicen el problema, que no pierdan tanto tiempo como lo perdimos nosotros. Que no naturalicen como lo hicimos nosotros "es parte de su crecimiento q experimente". NOOOOOOO!!! Simple, sencillo, terminante: No!!!
Pablo hoy es un hombre con proyectos concretos, todavía está organizándose, es un papá muy presente. Hoy se da cuenta y sus hijos también la diferencia entre aquel papá que antes de tratarse y éste que es hoy.
Ahora sabe que el arquitecto de su vida es él, no una sustancia.
Parte de sus proyectos es ayudar a personas con esta problemática, y está preparándose para eso en la Universidad del Comahue. Es tan lindo verlo firme en sus propósitos
Como familia sabemos que esta enfermedad va a transitar con nosotros la vida, por eso estamos atentos incorporando continuamente herramientas para estar fuertes. Comparto nuestra experiencia con el anhelo de ser útil a quienes hoy están pasando por lo mismo que pasé. Recomiendo no
quedarse solos con el problema. Pidan ayuda. Busquen un lugar donde les ofrezcan un espacio para compartir lo que están atravesando.
Con mis mejores deseos para todos, los saludo afectuosamente".
Teléfono TAP: 299 5382220
Correo electrónico: [email protected]
Dirección: Santa Cruz 680 Plottier-NQN
Compartinos tu opinión